Esteban no hablaba con despecho sino con dolor, dolor por sus hermanos que se resistían al Espíritu Santo. Me identifico mucho con él porque yo también me relaciono con hermanos y hermanas que se resisten al Espíritu Santo. Algunos son viejos amigos de él pero la rutina y la açedia han apagado el fuego y se han acomodado a una vida Cristiana sin sabor. Se hacen a la idea de que todo está bien, pero no crecen, decrecen. Otros lo han descubierto hace poco pero no perseveran y como la semilla que cae en terreno pedregoso, ante una dificultad, por falta de raíz, se vienen abajo. Esteban quería hacer reaccionar a sus hermanos y acabó apedreado. No quiero acabar yo igual pero te animo a que te preguntes hoy: ¿me resisto yo al Espíritu Santo? Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
